Trabajando y Jugando

Lanean eta Jolasean.José Ramón Urtasun

Subscribe
Add to Technorati Favourites
Add to del.icio.us
jueves, 20 de diciembre de 2007

KORRIKALARI

Publicado por Patxi Goñi


KORRIKALARI
De la gesta de un mensajero griego nació el maratón, su recorrido se convirtió en modalidad para una olimpiada. Siglos más tarde, los que combatían se acostumbraron a transmitir las órdenes haciendo cientos de kilómetros dentro de las trincheras. La tierra excavada se extendía a lo largo del frente, surgió una forma de vida a dos metros de profundidad y hubo emisarios corriendo leguas con una antorcha en la mano. Dicen que la guerra terminaba primero en una zona de aquellas galerías y que la noticia no llegaba a los demás hasta muchos días después.

El andarín de cada pueblo se entrenaba en origen para no desfallecer caminando, para no ser presa de bandoleros, y para alcanzar la meta con el mismo documento con el que empezó.

El coraje era moneda más valiosa que el tiempo, se supo de algunos que habían sido devorados por una manada de lobos en derrota. Sin embargo, los años pusieron urgencia en las empresas de los hombres, ya no bastaba con entregar la misiva. Se fijaron recompensas para premiar al atleta que fuese capaz de atravesar el territorio más rápido que otros, que redujese su cometido a un puñado de horas de soledad.

Ahora el esfuerzo del que corre es un dolor mucho más profundo que el del que anda y se extravía, hay quien lo compara con el desgarro de un preso torturado. Su boca es un cráter de llagas, sus pulmones no soportan el aire, su mirada no se interesa por ningún objeto. Hay deportistas de fondo que pisan la última raya y se desploman como un muñeco que no puede más. Hay corredores que se imaginan volviendo a la salida y que no aguantan la posibilidad de un sueño tan cruel.

A lo mejor es distinto el camino de vuelta, quizá el trayecto hasta casa sea una marcha sin prisas, una aventura feliz después de haber rematado la tarea. Es posible que una vez comunicado el armisticio, la firma de una paz entre bandos o la rendición de los que quedan, no haya motivos para apresurarse por un sendero que ya conocemos. Ese regreso será como haber abandonado la cárcel cumplida la condena, o como el primer viaje de un esclavo después de la abolición.