Trabajando y Jugando

Lanean eta Jolasean.José Ramón Urtasun

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jueves, 20 de diciembre de 2007

SEGALARI

Publicado por Patxi Goñi

SEGALARI
A estas alturas ya nadie cree en los territorios vírgenes, el hombre del campo ha dejado de ser una criatura inocente. Ha quedado atrás el tiempo en que miraba hacia el monte como a una cordillera que podía aislarle de lo perverso, como un límite natural que soportaba las embestidas de cualquier invasor. Han transcurrido los años y las ideas han cruzado el desfiladero, llegan sin más obstáculo que la propia moral. Lo que fue una práctica dudosa se ha convertido en actividad de cada día, ni los más viejos recuerdan cómo se vivía en el pasado.

La hierba continúa segándose con la herramienta de siempre, una talla para cortar y competir, una hoja afilada que va librando a la tierra de todo lo que le sobra. La forma de agarrar el útil sigue siendo la de antes, un esfuerzo de las dos manos que permita acertar con el tajo a la primera.

El cuerpo debe inclinarse lo justo flexionando las piernas, la fuerza debe descargarse hacia delante para que el golpe sea una puñalada mortal. Entonces los tallos se habrán separado del suelo y el terreno será un páramo fértil esperando la próxima cosecha.

Desde que se mezcló el pienso con restos animales, hay vacas con cabeza de oso, plantas carnívoras devorando niños despistados, y mujeres que parecen culebras de junco. El cementerio se ha vuelto pequeño para tantas muertes extrañas, ya no es un jardín de cipreses. El campesino se resigna al nuevo reino creado, sabe que no es el paraíso de las escrituras. Trabaja con una máscara en la boca, un filtro de plástico para no respirar el aire de más.

Y lo peor no es la contaminación del entorno, ni las plagas diezmando el ganado, ni todos lo cadáveres recientes. Lo peor no es tener que segar una hectárea con el sudor de miles de acres, es más amargo haber ayudado al enemigo y sentirse culpable de tanta miseria.