Trabajando y Jugando

Lanean eta Jolasean.José Ramón Urtasun

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jueves, 20 de diciembre de 2007

KORRIKA

Publicado por Patxi Goñi

KORRIKA

La carrera de atletas por una lengua difícil tiene que ser un momento festivo, una ocasión alegre. Es verdad que el que la encabeza lo hace portando una bandera, pero se trata de un símbolo de paz. El primer corredor empuña un estandarte que es una antorcha viva, el fuego benigno con el que saludan siempre los que compiten. De este modo se abre paso de privilegio entre la multitud, anuncia un esfuerzo de leguas, el resplandor como cuerno que retumba en el paisaje.

En esta tierra hay un relevo de hombres y mujeres dispuestos a salvar la palabra caminando, hay un equipo de entusiastas con el dorsal de ganador y el pulso de un corazón poderoso. Vienen subiendo las colinas, atravesando los valles, naciendo de un manantial. Les han visto avanzar de noche, vadear los ríos que bajan, soportar el equipaje de los que ya no pueden. Durante el día son un puñado de puntos de color, cuando oscurece forman un corro alrededor de la hoguera.

El idioma que hablan es el que usaban nuestros mayores, será un mensaje para poder entendernos. Con él pediremos lo que nos falta y ofreceremos lo que nos sobra, sonará como una canción de sílabas diferentes. Su saludo nos parecerá antiguo porque arrastrará la carga de muchos días, pero por su andar y sus gestos sabremos que ya están aquí.

La korrika es un chorro caudaloso de sangre, un torrente limpio que ocupa solo su lecho y que deja los caminos llenos de luz. Bajo la mirada última del tótem, los mensajeros se acercan por las brechas abiertas y hacen un sitio a la palabra. La roca está esculpida con ojos de gigante para protegernos, es un trozo de montaña en erupción. Desde la altura a la que sólo sube el artista, los hombres que corren son una línea difusa en el horizonte, un batallón de soldados que no trae la guerra.

Cuando pasen el desfiladero y salgan a la llanura, nosotros formaremos una guardia de honor, se oirán voces de bienvenida. Puede que nos encontremos con ellos al otro lado del río, o en medio del puente sobre el Arga, o pisando las piedras de las orillas. Entonces la cadena humana habrá cubierto el territorio y su idioma será una ofrenda para el diálogo.