Trabajando y Jugando

Lanean eta Jolasean.José Ramón Urtasun

Subscribe
Add to Technorati Favourites
Add to del.icio.us
jueves, 20 de diciembre de 2007

ARANZADI

Publicado por Patxi Goñi

ARANZADI
En la construcción de las ciudades se han encontrado restos arqueológicos entre los cascotes, indicios de una civilización anterior a la nuestra. Se sabe que donde ahora hay una plaza porticada hubo en tiempos un jardín de muertos, unos baños para los que vivían, o un anfiteatro de comediantes. Cualquiera entiende que, por mucho que borremos su último rastro, el espíritu de los hombres antiguos seguirá presente en las obras nuevas y será como un hechizo eterno que hará imposible la prosperidad.

La Historia es un ángel alado que sale de los escombros con un libro y un reloj de arena, que vuelve a contar los días cada vez que perdemos la memoria. Hay veces en que aprendemos que un conjunto de piedras conserva el valor de hace un millón de años, lo respetamos mientras dura el recuerdo. Entonces ocurre que tenemos miedo de nuestra propia voracidad y, sabiendo que volveremos a olvidar, ponemos una valla y un centurión para salvar a la reliquia de nosotros mismos.

El que compite levantando cubos de mármol piensa que la plaza en obras puede ser el mejor escenario para demostrar al pueblo lo que pesa una piedra. Una roca de granito es tan insoportable como un edificio que se derriba, o que cien troncos recién talados, o que una montaña convertida en alud. Él espera que cada centrímetro ganado con la mole a cuestas sea un gesto de emoción entre la gente, lágrimas de mujer notando el mismo destino. Él confía en que su dolor al verle cargando se transforme en un sentimiento piadoso hacia lo que carga, en un amor nuevo por todo ese mundo de minerales.

Y en la actitud del gran competidor hay un deseo oculto de estar izando pesos hasta que se escuche su protesta. Quiere quedarse junto al quiosco, más allá de los árboles o delante de las casas enganaladas, quiere practicar una huelga de brazos levantados. Cree que con su palabra torpe no conseguiría expresar lo que lleva, así que pone todo el empeño en esa labor de animal. Continuará cuando se haya marchado el último, cuando haya anochecido en los paseos, cuando la ciudad sea un bosque para los hombres. A esa hora él seguirá evocando el pasado y pidiendo silencio por los difuntos.